Como en la cola del super…

Imagínense en la cola del super, con 10 personas por delante, esperando en caja para pagar, y de pronto aparece un buen señor, con el carro lleno, que saluda al segundo de la fila… «¡Hombre!, ¿qué tal?»… como el segundo lo conoce, tras un breve diálogo le deja «colarse» para que el buen señor no tenga que esperar su turno… ¿os parece correcto? ¿Qué pensarían si alguien decide «colar» a sus amigos en la fila sin consultar con los demás para ahorrarles la espera?

Pues eso es lo que ocurre todos los días en nuestra administración. Siempre hay un amigo de un conocido de un familiar que, por hacerle un favor, pasa por encima de los derechos de los demás, salvo que en esa cola nadie lo ha podido ver. Y eso es lo que han intentado, por ejemplo, en San Roque con un agente de Policía que no quería esperar su turno (otra oposición tal vez) y sus amigos decidieron colarlo en perjuicio de a quien legítimamente le tocaba.

Corrupción no es sólo obtener un beneficio económico. Corrupción son todos y cada uno de los casos en los que los mal llamados servidores públicos se toman su puesto como si de un título nobiliario se tratara y deciden usarlo como les viene en gana, cuando deciden a quién respetan sus derechos y a quién no, a quienes tramitan sus gestiones y cuáles guardan en la papelera más cercana. Puede que sea difícil demostrarlo, tipificarlo, o que sus superiores lo admitan, pero la ciudadanía está -salvo los beneficiados por estas prácticas, lógicamente- hasta las narices y más allá de tanto corrupto en cargo público.

Ya es casi una cuestión de cultura general que nos han implantado en nuestra forma de ver la sociedad el que si conoces a «alguien» influyente las cosas se solucionan antes… ¿cómo es eso posible?… pues simplemente porque te colarán en perjuicio de otros. Esos son los daños colaterales del «compadreo».

Puede incluso que haya quien opine que «es que tenía más derechos pero el sistema funciona mal, y así lo corregimos»… ¿y por qué funciona mal el sistema?, pues porque cada cual se permite ir colando a unos u otros y al final quienes más necesitan de la función pública acaban los últimos de la fila. Corregir una desigualdad con otra no consigue la igualdad ni mucho menos, sólo que cale aún más el sentido del «compadreo» como única forma de hacer las cosas.

Suponiendo que los funcionarios públicos tienen un trabajo que hacer y lo hacen diligentemente siguiendo unos protocolos, cada vez que te agilizan tu solicitud la de otra persona se retrasa. Cada vez que dedican unos días a reparar tu calle porque les ha llamado «fulanito», otro vecino verá que tardan más en atender la suya. Cada vez que te dan un trabajo de ese plan de empleo porque conoces a alguien que conoce a otro que ha hablado con esa persona importante… otro queda fuera de ese plan de empleo. Cada vez que alguien consigue una vivienda de protección oficial porque es amigo de tal persona, otro se queda su vivienda… y así podríamos seguir con todas las «gestiones» y concesiones que tan amablemente facilitan a tantos vecinos quienes se autoproclaman como servidores públicos, olvidándose de que esa es la forma en que se corrompe el sistema.

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Son muchos, demasiados, quienes toman como habitual esta forma de actuar, quienes piensan que hacen un favor a sus vecinos «agilizándoles» sus gestiones, colaborando de esa forma a que todo siga igual. A que el sistema de «padrinos» siga vigente y tengan más derechos quienes más conocidos, fomentando la desigualdad ante la administración pública y, con ello, el reparto desigual de nuestros recursos, de nuestros impuestos, y poco después… el saqueo generalizado de las arcas públicas.

Tal vez, sólo tal vez, si no fueramos tan tolerantes con esa clase de «corrupción de baja intensidad» no llegaríamos a los niveles que se alcanzan en cargos públicos, pero para eso igual hay que cambiar la mentalidad de demasiada gente, y sobre todo contar con que «los arrimaos», esos que siempre se arriman al sol que más calienta en busca de su trozo del pastel público, harán lo que sea necesario para que las ovejas no salgan del rebaño.

Corrupción